Todos esos actores se aplaudían y apoyaban y nosotros nos marchábamos ajenos a un ego que no compartíamos, aunque llegábamos a entender.
No nos coordinábamos así que creo que fue un milagro que llegáramos hasta tu cuarto.
Pero luego te dormiste sobre mi, usé mi brazo de almohada y puse mis piernas sobre tu cuerpo, ocupando toda la cama.
Aún hoy lo recuerdo y consigues que mi cuerpo se vuelva a estremecer.
Los recuerdos pueden ser un valioso tesoro pero también un dolor constante por todas esas cosas que tuvimos y ya no están.
ResponderEliminarLos mejores recuerdos se crean cuando nadie nos ve :)
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