La vida me ha enseñado a ser lo suficientemente adulta para permitirme llorar cuando de verdad quiero llorar.
Al final, me he acabado rodeando de personas que no tienen miedo a tener las emociones a punto de salírseles de la piel e ignoro a todos los que alguna vez dijeron que eso era malo, porque es mentira.
Y perdonad si me vuelvo intransigente, pero esto no es negociable.
Sólo serán bien recibidos aquellos que se dejen emocionar.